sábado, 6 de enero de 2018

Un cuento de día de reyes

El mejor pasto de mi cuadra

Yo tenía 6 años y fui a buscar pasto a un árbol que estaba al lado del almacén, en la esquina de mi casa. (La, cuadra, la calle era la continuación de la casa de cada uno). Ese árbol tenía el mejor pasto de toda la cuadra. Estaba arrancándolo cuando escuché una voz que me decía:
-¿Es para los camellos?
Yo interrumpí la tarea de meter el pasto en la bolsita y levanté la cabeza. Era un pibe grandote al que nunca había visto pero le dije con una sonrisa:
- Sì, el pasto para los camellos
- Ja, boludo,- me constestó - si los reyes son los padres- y se fue riendo divertido.
Se me nublaron los ojos, tiré la bolsita y corrí hacia mi casa llorando. Justo al lado estaba el marco del garage que hacìa de arco y donde jugaban a la pelota los más grandes de la cuadra ( se jugaba en la calle porque pasaba un auto muy de vez en cuando). 
En ese momento estaban jugando un "cabeza de a tres" (no lo explico porque se hace todo muy largo) el hijo del peluquero y dos amigos, todos iban a sexto grado. Cuando me vieron llegar llorando me preguntaron que me había pasado y cuando les conté salieron corriendo tras la el pibe- burlòn que ya daba vuelta en la esquina.
- Tomá, cuidá la pelota-me dijo el hijo del peluquero 
¡Cómo corrían los tres!. Yo me quedé parado en la puerta de mi casa viendo como doblaban en la esquina, y ya no lloraba. 
No sé cuánto tiempo pasó pero al rato volvieron a aparecer los tres caminando y haciéndose bromas entre sí. Uno de ellos tomó algo de al lado del árbol de la esquina y pronto llegaron a mi lado.
- Gracias por cuidarnos la pelota- dijo el hijo del peluquero, que se llamaba Carlos.- Vamos a tirar penales- le dijo a los otros.
Raú, el que había recogido algo del suelo en la esquina me extendía mi bolsita de pasto y me decía que fuera a preparar todo.
- Pero- dudé en preguntar- ¿lo alcanzaron al pibe?
- Pero pibe, somos los mejores corredores del Club Urquiza, claro que lo alcanzamos.
- Pero - me costaba preguntarlo- ¿qué le hicieron?
- Nada, le explicamos que estaba equivocado, que los reyes existen igual, aunque los padres dejen los regalos. - Raúl puso la pelota en el cordón de la vereda donde se tiraban los penales.
- Y lo entendió- dijo Carlos que se tiró a la derecha y tapó el disparo- lo entendió tan bien que se fue con los bolsillos llenos de pasto para los camellos.
Yo entré en mi casa. Pero antes le eché una mirada a los tres que ahora discutían si valía "gol de rebote".
Y sí, los reyes magos existían, y jugaban a la pelota en la puerta de mi casa.

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